Theo Figueroa hace fotografías con su teléfono. Con sus limitaciones y desafíos, le permite realizar un pequeño gran registro de la ciudad, a la que convierte en una “tierra de sueños”
-¿Por qué optaste por el celular en lugar de la cámara?
-Mi amada cámara murió el año pasado o mejor dicho, estuvo en coma durante un tiempo. Me sentí desnudo. Impotente. Hasta ese momento, siempre creí que mi cámara era inmortal. Tenía que pensar en alguna alternativa hasta que se solucionara el problema o pudiera comprar otra. Paralelamente, mucha gente me preguntaba por qué no tengo fotografías de Rosario y una cosa trajo la otra. Ya había pensado en experimentar con el teléfono. Había comprado recientemente uno con una buena cámara, así que salí a probar. Hace tiempo que me vengo planteando que para lo que yo hago con la fotografía, no necesito tanto equipo como el que tengo. Hoy hay cámaras sin espejo muy potentes. Pesan poco y ocupan mucho menos espacio. Mi cámara ya está nuevamente en funcionamiento pero me di cuenta de que la mejor manera de hacer este registro es con el teléfono. De esta forma es todo muy espontáneo. Me atrae algo o alguien y el celular está siempre listo. No salgo pensando en sacar fotografías. Tiene sus limitaciones, por supuesto, pero me gusta el desafío que hay en eso. Ahora también amo mi teléfono.
-¿Qué te genera la ciudad en blanco y negro?
-Hoy todo mi trabajo fotográfico es en blanco y negro. No hubo una intención. Fue algo natural. Casi sin darme cuenta. Mucha gente coincide en decirme que mis fotografías les parecen sueños, entre otras cosas. Me gusta eso. Entonces, el blanco y negro es para mí tierra de sueños. No sé por cuánto tiempo. Pero sé que el color me está esperando a la vuelta de la esquina. En algún momento soñaremos juntos.
