-¿Qué motivo te llevo a crear la página?
– Hace unos años en “Historia de la vida privada en la Argentina”, colección que seguía la línea investigativa trazada para Francia por Georges Duby, leí un capítulo que analizaba la fotografía de difuntos escrito por el docente e investigador rosarino Eduardo Hourcade. Me impactaron dos fotos que cobraron sentido con el epígrafe explicativo. Una muestra a dos nenitas mellizas jugando en los años 20 en el patio de una casa del pueblo de San Justo, cercano a la capital provincial. La otra solo registra a una de ellas en una cama de hospital. Mira con tristeza a la cámara. El epígrafe decía que esta última imagen la tomaron en el Hospital Freire de Santa Fe. La hermanita había fallecido un día antes y la fotografiada lo haría pocas horas después. La foto era el recuerdo melancólico de una muerte anunciada. Me sacudió y luego me hizo reflexionar sobre la memoria emotiva que provoca una imagen del pasado. Con el tiempo me encontré planeando, casi como una quimera irrealizable, la posibilidad de armar algo así como el muestrario visual del pasado rosarino en virtud de las vivencias cotidianas y polisémicas de sus habitantes. Priorizar la historia de la gente común, antes que el acontecimiento político, o en todo caso aunar ambos en el recuerdo que de estos últimos tienen los que fueron espectadores secundarios. Las redes sociales, en especial Facebook, me permitieron empezar a concretar lo planeado.
-¿Cuáles fueron las fotos más comentadas?
– El sentido a la página no se lo doy yo, que me limito a buscar, seleccionar y escribir los epígrafes de las imágenes, sino cada una de las personas que las miran y hacen su propia lectura. Más de una vez me encontré que una foto que prejuzgaba iba a interesar no tuvo trascendencia. Y, por el contrario, otras que estimaba sin un atractivo especial, fueron las que mayor repercusión tuvieron. Te comento para graficar esto que en los tiempos iniciales de la página hubo una foto que subí con dudas: la de la iglesia Perpetuo Socorro de Arroyito en los años 30. Salvo que era en blanco y negro y la avenida Alberdi aparece empedrada y con vías tranviarias, la imagen podría ser del presente. Me equivoqué: muchas personas encontraron en esa imagen el recuerdo de su pasado, vivido o que les contaron. Comentarios tipo: “En esta iglesia se casaron mis abuelos”, “acá mi mamá tomó la primera comunión”, dieron un sentido que se potenció al compartirla muchos visitantes en redes de rosarinos desperdigados por el mundo. Vista en retrospectiva esa foto que creí intrascendente fue la que motivó el despegue cuantitativo de seguidores de la página, pasando en pocos días de algunos cientos a varios miles. Y siendo miles, no hay una temática puntual que concite mayor atención que otra, sino que las preferencias son variadas. Aunque sí hay ejes que atraen más: el recuerdo de los tranvías, del esplendor ferroviario, de modos de sociabilidad expresados en, por ejemplo, el pulcro cuidado de la vestimenta para concurrir a bailes, a un comercio, a cines, o “ir al centro” (porque al centro, salvo los que vivían en él, se “iba” con una preparación de acicalamiento previo). Situaciones que suelen concitar mayor cantidad de comentarios, algunos estableciendo una comparación negativa con el presente, y otros simplemente enunciado recuerdos o información puntual sobre la imagen analizada. Y si esta corresponde a una empresa, una fábrica, una gran tienda, suelen obrar los comentarios como lugar de reconocimiento. Por lo general alguien comenta algo que hace a esa foto. Otra persona ve el apellido de quien comenta y le pregunta si tiene algún parentesco con fulano que trabajaba allí. Las respuestas van y vienen y se van sumando los que intervienen, parientes, vecinos, amigos de los inicialmente nombrados. Así pasó con una foto de la Bodega Furlotti de los años setenta. Sus comentarios fueron un lugar de reencuentro medio siglo después.
– ¿Alguna anécdota con alguno de los seguidores de la página?
-Más que anécdotas, que suelen tener valor muy relativo, hay gratificaciones personales que llegan y alimentan el ego. Más de una vez me encontré que en una reunión social de la que era partícipe alguien comentaba algo de “Rosario en el recuerdo”, ya como fuente documental o de su interés. Va de suyo que yo no existo en la página, anonimato que me permitió jugar con mi ocasional interlocutor, diciéndole que estaba ante el creador de la página. Este se mostraba naturalmente desconfiado y escéptico. Entonces le proponía un juego: me dijera una palabra, y vería la misma incorporada al epígrafe de la próxima foto publicada. Otras gratificaciones fueron producto de ser consecuentes con nombres que pertenecen al imaginario colectivo rosarino. Desde los tiempos en que aún estaba Falabella, cada vez que subíamos una foto de la tienda de Sarmiento y Córdoba, la llamamos La Favorita, cerrando el epígrafe con esta muletilla: “¿Qué? ¿La tienda cambió de nombre? Mucha gente no se dio por enterada…`Rosario en el Recuerdo´ tampoco…”. Cuando finalmente los empresarios chilenos cerraron su sucursal en la ciudad, algunos descendientes de los García nos agradecieron, por mensaje privado, tal prédica.
– ¿Es la página sobre Rosario con más seguidores en las redes sociales?
-Posiblemente sí, como en un futuro tal vez sea otra página o grupo. El número estimo importa, no en una competencia absurda, sino como evidencia de que, si más de cincuenta mil personas siguen la página, es porque hay una nueva conciencia en general de rescatar y visitar las imágenes del pasado. No solo en Rosario. Tal vez a favor del auge de las redes sociales sea un fenómeno global. Ahora bien, no hay un colectivo homogéneo de seguidores, afortunadamente. En primer lugar, la particularización es por segmento etario. Y luego también de acuerdo al género, al sector social de pertenencia. No hay un motivo único de nostalgia. Benedetto Croce decía que “toda historia es historia del presente”. Con el recuerdo pasa lo mismo, uno va construyendo el recuerdo de un suceso puntual a lo largo del tiempo, reformulándolo, suprimiendo e incorporando cosas, siempre de manera inconsciente desde el presente. Una pregunta que me formulé cuando creé la página fue la cuestión de la periodización del pasado y sus límites. Esto es, interrogarme acerca de si la percepción del tiempo “de antes” puede ser lo mismo para una persona de cincuenta años que para una de veinte. Seguro que no. Y entonces cuál sería el criterio para no dejar afuera sucesos que son contemporáneos a los mayores, pero para los jóvenes son historia previa a su propia existencia. Es difícil establecer un equilibrio. Trato de lograrlo. Una forma es no ser autorreferencial y pensar por ejemplo que, si yo conocí la discoteca Space, para alguien joven que sigue la página ese hoy mítico boliche bailable de barrio Echesortu es un espacio de sociabilidad que vivieron sus padres pero no él. Para la gente veinteañera es pasado no vivido, como yo no vivía cuando el tranvía 17 llegaba a Fisherton, pero lo sabía porque cuando uno es pibe los grandes lo recordaban con la nostalgia de memorar su propia infancia. Esa diferente perspectiva también hace que cada uno establece su propia relación con la imagen, que es intransferible, y siempre distinta para cada persona. Finalmente, retomando tu pregunta, no sé a cuántos seguidores llegará la página. Si todo se mantiene dentro de lo normal previsible, y sigue su curso en el tiempo, “Rosario en el recuerdo”, tendrá vida activa incorporando imágenes diariamente durante un mes o dos meses después a la desaparición física de su creador: una herramienta de Facebook permite programar a futuro la subida, feliz circunstancia que libera al administrador de tener que hacerlo cada día. Uno programa (modifica si es necesario) y la página, como la nave de Fellini, va.
Publicado en la ed. impresa #19