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La palomita de Poy, cincuenta años de una celebración canaya

En diciembre de 1971 Aldo Pedro Poy le dio el triunfo a Central ante el clásico rival y alimentó un hecho cultural de poderosa raíz rosarina.

Cuando se habla de conmemoraciones, festejos y cultos del mundo canaya no pueden pasar desapercibida la palomita de Poy, ni tampoco la Organización Canaya para América Latina (Ocal), cuya función es como la lapicera BIC y el casete: el uno para el otro. La palomita festejará este mes de diciembre la representación número 50, que consistirá en invitarlo a Aldo Pedro Poy a repetir el mundialmente reconocido acto heroico. Un hecho histórico, un hito marcado a fuego, una caracterización que aún continúa y pese a las intentonas de ingresar al Libro Guinness de los records, sigue su camino como uno de los más inusuales por su originalidad.

Según cuenta uno de los miembros de la Ocal, el Colorado Vásquez, la primera palomita se festejó veinte días después del 19 de diciembre de 1971, cuando Rosario Central ganara el azaroso clásico contra Newell’s.

Este es su relato:

“La Ocal fue fundada en 1966 y en 1971 se encuentra con este chiste de la palomita y ahí está esa conjunción de no saber si la Ocal se alegra porque pierde Newell’s en la semifinal o porque ganó Central y a los tres días es campeón. Porque en esa época la Ocal era la Organización Canalla Anti Lepra, que se alegra por la entidad amiga (Central) que elimina a Newell’s y luego se alegra por esa misma entidad que gana su primer campeonato nacional. En enero de 1972, se hace el primer festejo en El Polo Norte, una parrilla que estaba situada enfrente de lo que ahora es el Caribe Canalla. Habían asistido Vesco, Labruna y Poy, a quien se lo declara “Prócer de la Ocal”, que es la máxima designación que se le pueda dar a una persona”.

“La Ocal se fundó en el sanatorio Americano y estaba formada inicialmente por visitadores médicos y médicos. Son los que mantienen a la organización en una eterna alegría juvenil, entusiasta y creativa que se construye a través del error del eterno rival. La mínima chance significa un motivo para armar una tremenda causa que culmina en la risa, en el constante festejo cuyo fin es trasladar el problema al otro”.

“Poy nace el 14 de septiembre de 1946 –le dice Vásquez a Barullo–. Nosotros festejamos el cumpleaños de la Ocal el 13 de septiembre y a las cero horas se festeja la navidad Ocalista con el nacimiento de nuestro prócer. Tenemos las dos fiestas como cosa del destino. Es como una suerte de coincidencias en que Poy le hace el gol a Fenoy, para las rimas del destino y de las causalidades… creo que es la mano del supremo hacedor para este destino. Yo entro a la Ocal en 1982. Con el tiempo fui nombrado ministro de Prensa, por mi hobby de la fotografía, pero para llegar a ese cargo tuve que pasar por varias vicisitudes. La más dura fue la de rendir un riguroso examen lleno de preguntas de un tremendo doble sentido. Ferrari del Sel, el Gran Lama y el filósofo Jorge, las máximas autoridades de la Ocal, me pasearon por miles de preguntas y la última fue qué estaba haciendo el 5 de julio de 1969. En esa época se disputaba el torneo Metropolitano y los primeros que clasificaban en la tabla competían en un cuadrangular. El que ganaba ingresaba al torneo Nacional. Estaban Unión, Central, Gimnasia y Esgrima de La Plata y Newell’s. Ellos nos ganan con un gol de Avallay, nos eliminan y juegan en una cancha neutral contra Unión. Fue un sábado a la noche. Yo fui a buscar unos canelones riquísimos que se hacían en Rodríguez y San Luis, para ir a cenar a lo de una tía muy canayona. Fui con mi novia que hoy es mi esposa, y también con mi madre. Newell’s iba ganando dos a cero y en el segundo tiempo se imponen por tres a cero. A los veinte minutos tres a uno. Mi tía –muy devota– me hizo conocer la existencia de la Virgen de Santa Rita, la virgen de los imposibles, y se arrodilló y pidió en voz alta repitiendo el nombre de la virgen y llega el tres a dos. Y entonces mi vieja, mi novia y yo, arrodillados ante la Virgen y llega el tres a tres: ¡Santa Rita querida! Llega el alargue y Unión termina ganando cuatro a tres. Fui distinguido por la respuesta. Con esa anécdota entro a la Ocal”.

Los inicios en la Ocal no fueron tan fáciles para el Colorado. Había dos tipos de reuniones, las públicas, a las que asistían varios fanáticos de Central, y las privadas, a las cuales solo accedían los líderes fundadores. Pero poco a poco fue construyendo su figura y ganando la confianza de los líderes porque quería sacar fotos de la palomita y las exhibiciones públicas estaban prohibidas por dos causas: para darle un halo de misterio, como el de una logia, y porque algunos eran reconocidos en el ambiente de la salud.

“Algunas palomitas fueron en el club Regatas, pero la mayoría se hicieron en el club Provincial, en el Country, entrábamos por Jorge Cura y Pueyrredón. Luego, influenciado por el concepto de la amistad y la alegría de la Feijoada do Amaral, una gran fiesta emblemática del Carnaval de Río de Janeiro, que también tenía cierto tinte de privada, yo consigo ingresar y formar parte de la fiesta luego de muchas averiguaciones y viajes a Río de Janeiro. Para entrar tenías que tener la remera que se entregaba en la previa. Les digo a los muchachos de la Ocal de emplear esto y la palomita debuta en 1993 con remeras que yo diseñé, un sistema de impresión con un dibujo medio berreta y con la frase de mi gran amigo de toda la vida, el Negro Fontanarrosa, que al escuchar mi plan me dijo: “El vuelo continúa”, frase que se eternizaría estampada en la remera. La entrada a la Palomita era con la remera, de esta forma se inaugura la primera reunión multitudinaria en la que también pudimos ingresar cámaras.

Dice el Colorado Vásquez que el Negro Fontanarrosa negó siempre haber formado parte de la Ocal, aunque de alguna forma se las arreglara para darla a conocer.

“Nunca quiso pertenecer, un poco por su exposición pública, pero asistió a varias palomitas y reuniones. De alguna forma el Negro se las arreglaba para anunciarnos y empezamos a aparecer en los medios. El primer puntapié fue a través de su cuento 19 de diciembre de 1971. Me nombra a mí, a la Ocal, y nos daba ese perfil de Ku Klux Klan. Lo publicó en 1989 y él sabía que ese cuento era distinto por esta mención que nos visibiliza primero en una revista muy intelectual que se llamaba La Maga. Después vino el periodista Polosecki para hacer su programa acá y hacernos una nota a Ferrari del Sel y a mí. La Ocal empezó a tomar un cuerpo cuya semilla se halla en el cuento del Negro, cuando hasta ese momento el público se preguntaba si verdaderamente existía o no. El gran boom fue en el programa que se llamaba El tercer ojo, de Torneos y Competencias. Dicen que es de los más solicitados y vistos. Luego empezaron a venir desde los medios de Buenos Aires porque nosotros, o sea yo, el ministro de Prensa, nunca busqué periodistas de Rosario, porque no les convenía involucrarse por un solo lado, en cambio a los periodistas porteños les interesaba la nota como novedad y caían en cascada hacia Rosario. Las nuevas generaciones de pibes me dan una mano con toda esta cosa de la tecnología, de habilitar el canal de Youtube, en donde hay varios temas que dan un pantallazo general de nuestro accionar. Hemos logrado reconocimiento mundial a través las revistas Four Four Two, que ocupó tres páginas centrales, también la revista española Líbero, o en la prensa alemana y el efecto cascada repercute en el periodismo de Buenos Aires y cae en Rosario por decantación.

Luego de 49 palomitas, el anecdotario es interminable. Vicky Báñez, patrimonio intelectual de las nuevas generaciones de la Ocal, contó que la última palomita –festejada en 2020– se concretó bajo circunstancias virtuales acordes con la pandemia. Una persona filmó al Colo Vásquez, que presentaba a Poy y su palomita. Desde otro lado del ciberespacio el ex jugador de Douglas Haig Eber Ludueña pateó y el Aldo cabeceó en una sincronización perfecta. El resto de la organización lo vio desde sus celulares con aplausos, cánticos y participaciones vía Zoom.

Mientras tanto el Colo Vásquez, sentado en un sillón de su casa, frente al televisor, mostró a este cronista en el canal Youtube las fiestas más locas de la Ocal. Bajo el nombre de Museo de la Ocal puede verse, entre otros videos, el de un policía vestido de civil que llega con un maletín asegurado bajo la logística castrense de las esposas cuyo contenido era el famoso papel tamaño A4 que fuera alcanzado por el director técnico de Newell’s al jugador Bernardi, y que sostuvo en un clásico en el que perdían 0-2. Los relatores televisivos se preguntaban qué pasaba con ese papel que suspendió por un breve momento el partido. Bernardi lo arrugó y lo tiró hacia fuera de la cancha para que cayera en manos del policía.

Vásquez queda pensativo unos minutos con el control remoto en la mano. Pese a que todo su ser reluce jovialidad, ya no es joven, algunos compañeros murieron y hay que dejar el legado para las generaciones venideras.

“La Ocal designó a Los Misioneros, un montón de chicos que festejarán en el futuro la palomita número cien. Estamos pensando en hacer la entrega para la continuidad a la generación que sigue. El 19 de diciembre que viene haremos algo vinculado a eso. Estarán todos los chiquitos desfilando con los más grandes. De los fundadores quedan Ferrari del Sel y el doctor Guida, un médico pediatra, quien fuera el revolucionario que quiso desbancarlo al Gran Lama. Porque en la previa al clásico del 19 de diciembre de 1971, Rosario era un hervidero, Fontanarrosa en los detalles del cuento se queda corto porque de esas primeras grandes tensiones frente a un clásico, la Ocal tuvo su interna y Guida discutió con el Gran Lama. Y en el partido, cuando Aldo cabecea la pelota, pasa a veinte centímetros del defensor de Newell’s Ricardo De Rienzo, quien al otro día sufre un ataque de peritonitis y lo internan de urgencia en el sanatorio en donde trabajaba el doctor Guida. Le pide a la enfermera que no tire el apéndice, que iba a necesitarlo. Cuando lo vio al Gran Lama al otro día, Guida se le arrodilló, se le tiró al piso y pidiéndole mil perdones le ofrendó en un frasco con formol el apéndice de Rienzo, que lo tengo acá en el museo de la Ocal. Todos vienen a sacar fotos.

La historia de los clásicos rosarinos últimamente viene marcada por hechos comparables a la palomita. El tiempo pareciera reciente para rememorar y festejar estas novedades, en especial cuando la insuperable palomita continúa festejándose. Marcelo Britos, escritor, profesor de Lengua y por sobre todo muy canaya, leyó el cuento de Fontanarrosa a los dieciocho años.

“Me parece un cuento que puede disfrutar únicamente un hincha de Central. Algún porteño lo puede leer pensando en cómo es la rivalidad rosarina. El cuento está plagado de los recursos de Fontanarrosa, del habla cotidiana, de esos climas de la nostalgia rosarina, un cuento potente con la épica del fútbol. La palomita de Poy es un hecho que ha quedado como canonizado en la historia del club, pero hay otros que también tienen valor. Por ejemplo después de la sequía de Central, de no salir campeón, se elimina al rival con el taquito del Chaco Herrera. Hay hechos que dejan al rival expuesto. Los últimos tres hitos son el abandono, el taquito del Chaco y el gol de Kempes, que fue como una burla del destino: que justo en un clásico lo insultaran los hinchas de Newell’s por su edad y les zampe un cabezazo y pierdan, son hitos para la eternidad”, dice.

“Este 2021, cuando se cumplan los cincuenta años del gol, yo voy a tener ochenta y pico de años, y si estoy vivo, voy a estar para festejar ese gol. Y Poy va a tener setenta y tantos, y va a festejar el gol y no sé cómo se irá a tirar para la palomita. Y si yo no llegara a estar, vendré en una nube a participar de esa cena como vienen varios canayas y se llena la cancha de nubes. Es la teoría del filósofo Jorge, que las nubes que llenan la cancha en los partidos importantes de Central son los canayas que vienen a ver el partido. Yo creo que en alguna nube vendré a ver las cenas de la Ocal, en el cielo que viene, cuando ya no exista”, dijo el doctor Eduardo Ferrari Del Sel en una entrevista en 1995 para El tercer ojo, programa de TyC Sports, pero está vivo y lo irá a ver a Poy.

Publicado en la ed. impresa #18

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