Un día pensé en escribir un libro. Una biografía. La vida
después de la vida. Y se lo conté al biografiado.
—Ah, muy buena. Pero “Muerte a la muerte” es buena
también como título, en todo caso es para algún capítulo… aunque
La vida después de la vida es bueno –me respondió.
Eran tiempos de un suceso llamado El amor después del
amor, con un Fito Páez popular e idolatrado hace treinta años.
—¿Te aterra que alguien escriba sobre vos? —le
pregunté con cierta inocencia.
—¿Una biografía no autorizada tal vez? (Se ríe). Sí, me aterra
un poco.
—¿Te hace sentir más allá del bien y del mal?
—Me aterra la idea de que alguien piense que lo mío es
importante.
—¿Y si uno piensa lo contrario?
—Estamos en democracia. Está bien que el mundo opine para
que las cosas confronten y se pongan en funcionamiento. Yo trato
de desarmarme siempre. Lo que digo es “no le crean nada a éste”.
Insisto, es muy importante no creer que lo que uno hace es una gran cosa. Pero adelante con el libro.