Canciones para fantasmas / discos

Zona siempre dispuesta a proveer de bandas o solistas con imaginativa impronta musical, en Rosario pasan cosas más que interesantes. Es el caso de Jimmy Club, una formación de pop rock influida por texturas psicodélicas; por una rítmica rockera alternativa e inglesa surgida a fines de los 80 que puede rastrearse en My Bloody Valentine o Ride, por ejemplo, y también por algunas de las líneas del más puro brit pop (Suede, Pulp, Supergrass), todo lo cual termina dándole una especial coloratura sonora capaz de climatizar con encomiable potencia. Ahora la banda rosarina editó Canciones para fantasmas, una verdadera proeza de alto voltaje –el track Crónica de un niño solo, pt. II contiene casi todo el concepto del disco– que entra sin permiso y enarbola pasajes que podrían remitir hasta el mismísimo David Bowie. Pero hay poco de nostálgico en sus disonantes curvas melódicas, lo que se impone es una reflexión emocional sofisticada que encauza un hipnótico viaje psicodélico –Primavera (lo que vendrá), el tema que abre el disco es un ejemplo perfecto– con capas de guitarra planeadora. Canciones para fantasmas es el tercer disco de la banda luego de Aviones de papel y Bestiario, materiales donde ya ponían sobre la mesa cierta energía arrebatadora, transformada ahora en este último disco en contundencia y determinación. Circula por Canciones para fantasmas una amplia gama de estados de ánimo musicales que, por momentos, van volviéndose descomunales a tono con un estilizado –cabe el calificativo– rock progresivo –los tracks La ciénaga y Diane Keaton son claras muestras– mientras una viola acústica a estribor da el toque con acordes relajados y divagantes. El resultado general es un álbum de atmósfera centelleante con letras que no van a la zaga, sino que nutren las canciones sensiblemente (“…antes de apagarme, de verme en las cenizas, consumarme en el olvido…quisiera ver el cielo por última vez, la música nos salvó tantas veces…”, canta Martín Míguez, guitarra y voz de la banda, en Crónica de un niño solo, pt. I. Haciendo gala de una melancolía y pérdida punzantes, Míguez insiste en la mencionada Crónica…pt. II con una poética que hace palpables esos sentimientos: “…cortinas de humo anulan mi visión, lluvia de cenizas, paranoia, confusión, la carne por la carne, moraleja del horror…sólo siento frío, pánico, dolor”, canta Míguez sobre un aguerrido y denso periplo sonoro que va descomponiéndose con una guitarra rabiosa que parece abrir un agujero en la tierra. De este modo, está claro que Canciones para fantasmas revalida con creces el camino iniciado por Jimmy Club con una ampliación de su sustancial imaginario musical entregando inmersivos mantras que sacuden y mecen a la vez a partir de guitarras y teclados febriles y luminosos y de inquietantes y chispeantes bajo y batería. Conformada en 2015, además de Míguez, la banda tiene a Lucio Sánchez en teclados, Matías Bolzán en bajo y Gabriel Rosignoli en batería.
Chamamé en Santa Fe / serie

En el episodio “Baile”, de la serie “Intro”, contenida en la propuesta audiovisual Chamamé en Santa Fe, que bosqueja un mapa de ese género en la provincia, indagando en los autores e intérpretes más representativos y en sus paisajes sonoros y visuales más emblemáticos, la cantante y compositora rosarina Vanesa Baccelliere mira embelesada el fluir de la danza del chamamé, los cuerpos de los bailarines encastrados mientras se torsionan y parecen fundirse en la música. Baccelliere menciona lo lindo que es ver bailar chamamé. Luego aparece un vinilo rodando sobre una bandeja y seguidamente la imagen del Gauchito Gil y una voz en off va verseando la llegada del chamamecero Emilio Chamorro, pionero de esas lides en Rosario. Con imágenes de archivo sobre distintas bailantas que pueden llegar hasta los años 50 del siglo pasado, Baccelliere, mate y termo en mano y tomada en plano medio, va describiendo las características de cada una, señalando incluso los pisos de tierra y las gallinas tras un corral que contextualizaban las primeras, y marcando que el abrazo es la marca identitaria de las danzas del Litoral y en particular de Santa Fe. El chamamé como baile de abrazo, dice Baccelliere y va describiendo las claves de los movimientos –con los pies en sentido antihorario, marca–, cuyo secreto es escuchar el cuerpo de cada uno mientras la danza tiene lugar. Sin sofisticación, pero preciso en sus encuadres, el audiovisual revela esas formas subyugantes de la danza sobre un fondo negro. Luego vendrá la descripción de lo que significa el zapateo en la danza chamamecera y Baccelliere muestra cómo el zapateo de una pareja es respondido por el de otra en un baile popular y dice que esa danza se transmite de generación en generación y se actualiza cada vez que se sale a pista. Después llegará el turno de escuchar el primer chamamé grabado en el episodio “Tipos de chamamé”, donde se describirán los tres principales estilos del género, todos con nombres de origen guaraní. Aquí la voz de Baccelliere va hablando de cada uno, al tiempo que pueden verse bailantas de distintas épocas donde proliferan esos estilos. Y de allí surgen entonces los que los volvieron rutilantes, como Tránsito Cocomarola, mientras un joven acordoneonista al lado de Baccelliere va desgranando los acordes de Kilómetro 11, el tema emblemático del músico; como Antonio Tarragó Ros, que tocaba el estilo más festivo, vivió gran parte de su vida en Rosario y fue el que más discos vendió en la historia del chamamé; luego Baccelliere menciona a Isaco Abitbol y Ernesto Montiel , dos exponentes de la expresión intermedia del chamamé, llamada “sirirí”, que, dice la cantante rosarina, significa “fluir suave”, como lo hace el río Uruguay y de donde deriva ese nombre. Se escucha que Abitbol y Montiel formaron el Cuarteto Santa Ana, que es el primero en obtener reconocimiento masivo a partir de La calandria. “Antología”, “Sesiones” e “Intro” son las distintas producciones audiovisuales enmarcadas en este proyecto del Ministerio de Cultura provincial que tiene curaduría del gran Chango Spasiuk y contempla la creación de una web específica: chamamesantafe.gob.ar. El desarrollo de las series estuvo coordinado por Señal Santa Fe, transmedia y web del Ministerio de Cultura. “Intro” tiene dirección de Marcos Garfagnoli; coordinación general de Verónica Solina y Luciana Lacorazza; producción ejecutiva de Luciana Lacorazza; por la Escuela Provincial de Cine de Santa Fe, Federico Mateucci; producción de Verónica Solina, Vanina Cánepa, Sofía Aldasoro, Francisco Sanguineti, Luciana Lacorazza; guion de Francisco Sanguineti, Vanina Cánepa, Sofía Aldasoro, Marcos Garfagnoli, Vanesa Baccelliere; fotografía y cámara de Daniel Cervigni, Leonela Zarza, Felipe Panichelli, Keila Castrillo; sonido de Ornella Abadía, Juan Rosado; data manager y asistencia técnica de Teodoro Schienke y asesoría en arte de Celeste Arrizabalaga.