Categorías
Barullo en papel Cultura

El paraíso de los libros

En Sarmiento casi Córdoba se abre el local de Homo Sapiens, una de las librerías más importantes de Rosario y una editorial que ya es marca registrada en América latina. José “Perico” Pérez, su fundador, cuenta la historia de un emprendimiento ejemplar, que en plena pandemia continúa apostando al futuro.

Pocas cosas le gustan más en la vida a José Perico Pérez que recomendar libros. Cuando alguien se acerca dudando a las estanterías, le basta indagar un poco en su perfil para –a los pocos minutos– dar en el blanco a la hora de sugerir lecturas. Sonríe al ver que los clientes vuelven por más. Clientes que, con el paso del tiempo, se transforman en amigos. Las recomendaciones personalizadas son un sello –y el corazón– de Homo Sapiens, su librería, que por estos días cumple cuarenta años. Lo que comenzó como un pequeño y arriesgado emprendimiento unipersonal en un rincón de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) hoy es una marca rosarina de trayectoria.

Mucho ha pasado en estas cuatro décadas. El Perico librero fue mutando a medida que avanzó el negocio: se convirtió en empresario, gestor cultural y editor responsable de uno de los sellos más importantes en lo relativo a textos de educación en América latina. Lejos de las etiquetas, él admite que nunca dejó –ni dejará– de ser librero. “Me da placer estar en la librería, saber qué le gusta a cada persona, recomendar a medida”, sostiene. Ese librero apasionado convive en su corazón con el militante eterno. Una militancia de izquierda que arrancó en sus tiempos universitarios y –aclara– va más allá de un partido político. “Tan simple como entender que nadie se salva solo”, remarca. La frase, tan escuchada en estos meses de pandemia, resume su filosofía de vida y, por extensión, también la de su librería.

Vender libros puerta a puerta

Perico es un apasionado de los libros pero cuando era chico leía poco, apenas algunas historietas, ya que no había tradición literaria en su familia y los textos escolares no lo motivaban. Los estudios universitarios, sin embargo, le abrieron la mente: esos libros (académicos pero también literarios) comenzaron a llevarlo a otros mundos. “Mi deseo es que todos en la vida puedan alguna vez disfrutar de un buen libro”, suspira.

Aunque hoy parezca imposible, allá lejos y hace tiempo Perico tuvo una vida prelibrera. Fue cuando vendía seguros de sepelio, bonos de capital y hasta rifas. Pero su “verdadera vida” comenzó al vender libros casa por casa. “Vi un aviso en el diario y llamé para sumarme al equipo. Vendíamos enciclopedias y diccionarios, también cuentos para chicos, que se pagaban en diez cuotas. Eran otras épocas, la gente era receptiva, te abría la puerta”, analiza. Su zona de acción era la zona sur y algunos barrios Fonavi.

Del librero al emprendedor había un solo paso. Perico asistió, en los 80, a una Feria del Libro y se sorprendió al encontrar en un stand los mismos libros que él vendía. “Empecé a indagar para armar mi propio equipo de venta. Compré unos libros y me organicé”, resume. En paralelo, intentaba estudiar Derecho en la Universidad Católica. Pese a que la madre le había comprado la biblioteca soñada para todo abogado, nunca rindió allí ninguna materia. El gran salto sería irse a estudiar Historia en Humanidades y Artes. “En ese tiempo era muy fuerte el clima represivo en la facultad. Había policía en la puerta, no podías caminar libremente por los pasillos, si llegabas tarde no entrabas. Fue un gran foco de desaparecidos”, remarca. Los tiempos difíciles no lo amedrentaron. “A partir de la facultad empecé a ser quien soy”, reconoce.

Un “huequito” en la facultad

Junto a la militancia universitaria llegaría su primera librería, en un “huequito” de la planta baja de la facultad de Entre Ríos y Córdoba. Perico se cuida de aclarar que su primer negocio era apenas “una fotocopiadora con algunos libros”. Compró la máquina con seis cheques, el último de los cuales le costó mucho pagar. La Historia universalde Maurice Crouzet es un libro que quedó asociado siempre en su memoria a aquella época. “Tenía tan pocos libros que yo ponía en un lugar bien visible ese ejemplar grandote y hasta lo abría en dos para que ocupara más lugar”, ríe. Ya convertido en empresario intentó rastrearlo para sumarlo a su biblioteca personal, pero no tuvo éxito. Años más tarde, una amiga que conocía la historia lo sorprendió al regalarle los tres tomos por su cumpleaños. “Claro que no pienso leerlos, pero tienen muchísimo valor simbólico”, se emociona.

Eran épocas de fuerte militancia, una actividad que le hizo ver la vida de una manera diferente, asegura. Además, lo llevó a conocer grandes amigos, entre ellos a quien luego sería su socio, Gabriel Riestra, y hasta a su futura esposa. “Reivindico la militancia, era muy puro el compromiso, no teníamos un peso pero empujábamos causas justas”, sostiene. Sin embargo, esa misma militancia hizo que en determinado momento le aumentaran exageradamente el alquiler para “diplomáticamente” sacarlo de su negocio.

Fueron dos años de parate, en donde apenas juntaba unos pesos vendiendo libros los fines de semana en la plaza Pringles. Aunque en aquel momento el panorama era desolador, en retrospectiva fue un paréntesis necesario: si bien no lo sabía, Perico estaba juntando fuerzas para los intensos años que se le vendrían, en los cuales armaría su propia familia y emprendería su negocio editorial. Un negocio que, los primeros años, tuvo su vida marcada por mudanzas. Con cada nacimiento de uno de sus hijos vendría un nuevo local.

Una sucesión de mudanzas y nacimientos

En 1985 nació su primer hijo, Pablo Nicolás (por Neruda y Guillén, respectivamente). Fue el año en que alquiló su primer local, en el Pasaje Pan. “Tengo una sola foto de aquella etapa. Había estanterías de caña, teníamos la registradora y la fotocopiadora en el centro con los libros alrededor”, describe. Un diseño muy llamativo: todo aquel que pasó por la librería lo recuerda. Cuenta que intentó poner algunas mesas para café en el centro de la galería, como hoy hacen varios negocios, pero a los dos días se las hicieron sacar. “Pablo estaba todo el tiempo en la librería en su mecedora, cuidado por todos, mientras mi mujer daba clases. Después al crecer empezó a tirar los libros al piso como juego y hubo que buscar a alguien que lo cuidara”, ríe.

A poco tiempo de abrir ese local, Perico sumó a su equipo a Gabriel Riestra, estudiante de Psicología con quien compartía militancia. “Me ofreció trabajar con él y me pareció interesante, yo era un ávido lector, los libros siempre fueron importantes en mi vida”, subraya Riestra. En aquel momento, Homo Sapiens se presentaba como una pequeña librería vinculada a Humanidades que ofrecía material nuevo (anteriormente censurado) a los docentes que volvían a sus cargos y a la gente que retornaba a la facultad, algunos perseguidos y otros exiliados. “Homo Sapiens acompañó todo lo que fue la transición democrática y la normalización universitaria”, rescata Gabriel.

Les fue tan bien que se entusiasmaron con la posibilidad de mudarse. Perico caminaba hacia el banco Argencoop en 1987 cuando vio un letrero de “Se alquila” en un local de Santa Fe 1315. “Tomé en ese momento una decisión difícil, abandonar la fotocopiadora, que era un centro de recursos, y concentrarme en los libros”, precisa. “Era un lugar muy chico pero el equipo que armamos era excelente”, sostiene. Este año nació su segunda hija, Victoria.

En ese local, a la vuelta de Humanidades, “la librería confirma su perfil”, analiza Gabriel, quien pasaría pronto de ser empleado a socio. Esta etapa se cierra con la crisis de 1989: Villa Martelli, La Tablada, hiperinflación y salida anticipada de Alfonsín. “Fue un proceso duro pero lo aguantamos y empezamos, al fin, a ver un horizonte de salida. Perico empieza a visualizar una apuesta grande, queríamos crecer, pensar el espacio no solo como librería, sino como algo más amplio”, agrega.

Librería y algo más

En los 90 llegó la tercera descendiente de la familia Pérez, Malena. La escena se repitió: Perico caminaba por el centro y posó sus ojos en un cartel de alquiler, esta vez ubicado en un local de Sarmiento 646. “Era muy grande, todo un desafío. Fui a la inmobiliaria y no sentían que yo fuera confiable, pero igual los convencí”, evoca. Era un galpón gigante, lleno de libros, que tenía en el fondo unas mesas donde sentarse a tomar café. “Cuando entraba alguien y yo ya lo conocía, iba caminando desde el fondo buscando los libros que sabía que le podían interesar y se los dejaba sobre una mesa”, evoca con una sonrisa. “Queríamos que la gente sintiera calidez en la librería, que pudiera sentarse y disfrutar la experiencia. Queríamos integrar muchas cosas, no existía aún el concepto de librería con algo más”, aclara.

En esta etapa, se suma al equipo Walter Parnisari. “Siempre fui bastante lector y además un comprador de libros compulsivo, compraba más libros de los que podía leer y los compraba siempre en Homo Sapiens, a partir de eso generé una amistad con Perico y Gabriel”, cuenta. Walter estudiaba Psicología en Humanidades, donde al final de su carrera comenzó a vender libros para un kiosco que funcionaba dentro de la facultad. “En una de esas tardes de otoño, Gabriel me descubre vendiendo libros. Me preguntan qué hago y le cuento. Al otro día me llama Perico y me dice que quiere que trabaje con él. No lo dudé un instante”, recuerda. “El local de Sarmiento al 600 era un paraíso de libros, el universo donde me siento más cómodo, un mundo al que creo que pertenezco. Me acuerdo de que la cabeza de José funcionaba a mil, siempre muy inquieto culturalmente”, sostiene.

El negocio comenzó a ampliar su oferta por fuera del perfil humanístico que habían consolidado. Empezaron a trabajar con las principales editoriales del país en ese momento: Sudamericana, Planeta, Javier Vergara y Emecé. Apostaron fuerte también al sector infantil. En el entrepiso del local de Sarmiento armaron, además, una especie de centro cultural.

“Perico siempre fue un gestor cultural y la militancia universitaria fue una experiencia que nos hacía pensar en la posibilidad de desarrollar actividades vinculadas al libro. No solo venderlo. Pensar al libro desde un lugar integral, que hubiera presentaciones conferencias, talleres, una serie de movidas”, precisa Gabriel. Hubo algunas actividades inolvidables de destacadas personalidades como Ricardo Piglia o Abelardo Castillo.

Pero la que quedó en la memoria de todos fue la presentación de Robo para la corona de Horacio Verbitsky, a fines de 1991. La noche previa a la presentación, el periodista y escritor había sido la estrella del programa de Bernardo Neustadt. La suya era una de las primeras denuncias contra el menemismo. Cuando Verbitsky llegó a Rosario, los medios lo estaban esperando para entrevistarlo y una multitud ansiaba escucharlo. Fue necesario “cerrar” el salón de ventas de la planta baja y copar la librería con sillas para que entrara más gente. Pero eran tantos que muchos quedaron afuera.

Animarse a publicar

“En 1992 nace la editorial, que surge de una necesidad. Me movía entre gente que pensaba y escribía pero no tenía dónde publicar”, resume Perico. El puntapié inicial, aunque fallido, fue cuando participó de un congreso de educación en el Normal 2. “Había unas expositoras españolas a las que les propusimos publicar. Ese libro nunca salió pero ya estaba el germen. Finalmente, el primer libro fue de Fernando Avendaño. Hace veintiocho años de eso y todavía le seguimos publicando”, subraya.

Fue una etapa de mucho aprendizaje. “Tardamos un tiempo para que nuestros libros despegaran”, admite Perico. “Además, notamos que los títulos y las contratapas eran una clave para atraer al lector. Nuestros primeros diseños eran muy barrocos, nos fuimos volviendo más prolijos”, enumera. Entre tanto aprendizaje hubo decisiones importantes. De arranque habían decidido abarcar las ciencias sociales, pero luego definieron concentrarse en la formación docente, libros infantiles y colecciones vinculadas a Rosario (su historia, su literatura, sus personajes).

“Homo Sapiens quedó afianzada como librería y editorial. Tuvimos mucha participación en ferias del libro durante los 80. En los 90 participamos y en algún momento incluso empezamos a organizarlas junto a un grupo de colegas de la entonces Cámara de Libros de Rosario”, recuerda Gabriel. Remarca, particularmente, la importancia que tuvo la feria del 94. “Habíamos publicado la biografía de Fito Páez, de Horacio Vargas. Fue uno de los libros que tuvo venta general grande y mucha visibilidad en Buenos Aires”, subraya.

Luego llegó otra crisis a fines de esa década: corralito, cacerolazos, represión, De la Rúa huyendo en helicóptero. “Pudimos salir adelante porque hubo una fuerte apuesta a la exportación. Perico viajó por toda Latinoamérica con otros colegas e hizo ventas muy importantes. Hoy queda la red armada, no tiene el desarrollo que pudo tener en ese momento pero sigue siendo importante para nuestra editorial”, admite Gabriel.

Medialunas, café y libros

Y se vendría otra mudanza. Pero, esta vez, les llegó directamente una propuesta de alquiler para mudarse a otro local mucho más grande. Primero dijeron que no porque estaban en plena crisis. Tiempo después lograron recomponerse y decidieron –como siempre– seguir empujando para adelante. Así llegaron al local de Sarmiento casi Córdoba donde funcionan desde marzo de 2004. Allí llegaron en un momento de recuperación económica para el país, que les permitió fortalecerse.

“Nos mudamos un día de lluvia, que dicen que trae suerte, pero mucha suerte no era porque nada más complicado que trasladar libros bajo agua”, bromea Perico. En este punto, Homo Sapiens decide aliarse con otra empresa local: Nuria. En el espacio actual las estanterías repletas de libros van de pared a pared, luego las estanterías se fusionan con las mesas del bar. En el primer piso, funciona un centro cultural. El crecimiento en este local estratégicamente ubicado fue imparable.

Esta última librería fue la excepción que confirma la regla: no hubo hijo nuevo de Perico que acompañara el salto empresario. Sin embargo, ahora que Homo Sapiens–pandemia mediante– está armando su librería virtual hay un nieto por venir. Porque no es cuestión de romper tradiciones, a lo sumo de ajustarlas. “Teníamos la web de la librería pero no teníamos negocio virtual de libros digitales, empezamos en plena cuarentena. Hoy hay 185 libros de Homo Sapiens en la tienda digital”, remarca Perico. Lejos de amilanarse por la caótica situación mundial y nacional, en estos críticos meses editaron ocho novedades en papel con sus correspondientes presentaciones, que lógicamente debieron ser virtuales. “El desarrollo del mercado de libros digitales aún es marginal pero la pandemia claramente le dio empuje. Es algo de lo cual como librería no te podés quedar afuera”, evalúa.

Cuatro décadas de vida

Cuarenta años después de aquel primer “sucucho universitario”, Homo Sapiens lleva publicados 1.050 libros, en su mayoría de autores argentinos pero también latinoamericanos y europeos. Ha coeditado libros con otras prestigiosas editoriales como la española Eduforma y la mexicana Limusa. Además, ha trabajado con grandes autores, desde Ernesto Cardenal y Elsa Bornemann, hasta Osvaldo Bayer, por mencionar apenas algunos. En paralelo, realiza desde hace más de dos décadas congresos de educación y conferencias con disertantes nacionales y extranjeros.

“A muchos años de habernos iniciado en este camino, en un rubro que cambió mucho, seguimos vivos. Y seguimos con ganas e ideas renovadas para seguir trabajando”, remarca Gabriel, quien considera que estos treinta y siete años de “convivencia” con Perico fueron exitosos por varios factores. “Nos tenemos confianza, respeto y mucho cariño. También compartimos una ética y una visión de lo que es el trabajo y la tarea cultural. Los dos aprendimos mucho, hicimos de esto oficio y medio de vida”, evalúa.

El equipo de Homo Sapiens tiene un largo camino recorrido, pero también mucho por delante. Pablo, aquel bebé al que todos cuidaban en el local de Pasaje Pan, y Camila, la hija de Gabriel, se sumaron hace algún tiempo a la senda de sus padres. “Cumplimos cuarenta en un año muy crítico, en el que la venimos remando, pero hay equipo y ganas de festejar, aunque sea de manera virtual”, asegura Perico. La crisis actual –una más entre tantas– golpeó duro a la industria editorial, pero Homo Sapiens sigue resistiendo los embates. Dar batalla a las crisis y cranear proyectos a futuro le gusta tanto o más a este librero militante que recomendar libros.

Por Fernanda Blasco

Periodista (TEA) y Profesora en Letras (UNR). Participó con gran adrenalina del nacimiento de tres importantes proyectos periodísticos: el diario El Ciudadano (1998) donde fue redactora, el diario digital Rosario3 (2006) donde fue subeditora, y el portal Rosarioplus (2015) donde armó el proyecto y fue editora. En la actualidad, es consultora en comunicación digital. Además, forma parte del staff del programa Juana en el Arco (Radio UNR) y dicta talleres de escritura creativa. Cree que la mayoría de los problemas se resuelven durmiendo. Cuando está estresada tararea "Smelly cat" para relajarse. Jamás la verán con crocs.

Dejá un comentario