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Carta inédita de Astor Piazzolla a un amigo rosarino

Roma, febrero 11 de 1975 

Querido Jorge: 

Vuelta al hogar y con saudades romanas. Ya conozco toda la historia. Es fulero llegar a Baires después de estar en esta increíble ciudad, más aún cuando se encuentra uno con tantos problemas como vos. En mi lugar estaría ya en cana. Es muy jodido tu caso y realmente no lo merecés. Aguantá un cacho y no olvides que son 7 años de buena suerte que nos toca. 

Después de haber hecho un programa bárbaro con Georges Moustaki en París volé a Cannes y me mandé una noche inolvidable con Gerry Mulligan en una carpa con 6 mil personas de todo el mundo que luego se peleaban por tener mi disco. Por suerte ya está editado en casi todo el mundo. Fue una cosa de locos cómo nos aplaudían. Pienso que ya llegó al tope el asunto Rock and Roll. Están todos podridos de esta eléctrica mierda que nos han invadido los ingleses, siempre estamos invadidos por los ingleses. Ya se les acabará. De Cannes me encontré con Amelita en Saarbrücken para terminar mi Oratorio. Salió muy lindo, vimos todo el film en magníficos colores y dura casi una hora. Ahora estoy de nuevo en Roma y descanso un poco. Hoy hablamos con tu hermana y nos duele saber lo que te pasa. 

Empecé a escribir con la Ornella Vanoni. Ayer comimos con ella y hoy empecé el primer tema. Ella mientras tanto está haciendo 4 puntatas de TV y no termina hasta fin de mes. En abril estará en Baires. Andá a verla pues es casi seguro que cantará algo mío. Si has tenido el coraje de ver a Lita Landi podés ver a Ornella. 

Querido y antiguo amigo, cuidate y no mates a nadie. Mandame a decir cómo están las cosas. EN SERIO. Sé que a Guyot lo mandaron a superiores puestos, mejor para él. Dale mis saludos. Quiero saber cómo anduvo Mar del Plata de noche, cómo anda el dólar y otras alcahueterías que nos gustan a los dos. 

Por ahora nada más. Te mandamos con la Negra un gran abrazo. Cuidate la salud y no salgas de noche que te agarra la culebrilla como a Raúl Guyot. 

Tu amigo romano. 

Ástor Piazzolla


El tío que anotaba todo lo que leía

Por Juan Carlos Vimo (calivimo@hotmail.com)

Ástor Piazzolla, Amelita Baltar y Vimo en Gallería La Pigna, Roma, junio de 1975
Ástor Piazzolla, Amelita Baltar y Vimo en Gallería La Pigna, Roma, junio de 1975.

Jorge Alberto Vimo, mi tío, nació en San Genaro en 1927 y falleció en 2015 en Rosario a los 88 años. Completada la escuela primaria en el pueblo, partió a Rosario de adolescente -como lo habían hecho sus dos hermanos- a hacer el secundario, que cursó en el Colegio Superior de Comercio. Luego se dirigió a Buenos Aires, donde ingresó a trabajar en Aerolíneas Argentinas. Mientras trabajaba estudió en la Facultad de Ciencias Sociales, recibiéndose de sociólogo. En 1971 fue trasladado por Aerolíneas a Roma. Residió allí hasta 1975, teniendo relación con todo el ambiente cultural e intelectual que pululaba por la Ciudad Eterna. 

Aunque a primera vista podía parecer una persona algo distante, acaso algo mordaz a veces, cultivó profundas amistades a lo largo de su vida: fue íntimo amigo de Ástor Piazzolla, del gran pintor Carlos Alonso, del cineasta Mario Sabato; de las actrices Cipe Lincovsky y Miriam Sucre; de Eduardo Bergara Leumann; del crítico de arte Jaime Potenze, de la vedette Nélida Roca, del boxeador Ringo Bonavena y hasta de Jorge Daniel Paladino, ex delegado personal de Perón entre 1968 y 1973, seguramente cuando se distanció con éste, pues toda la vida fue antiperonista.

Fue un lector empedernido desde chico, guardamos con mi hermana Carolina un cuaderno donde anotaba de joven todo lo que leía con sus fechas, notándose por las mismas que no demoraba más de tres días en devorar cada libro. Toda su vida hizo recortes de diarios y revistas que archivó por su tema, encontrándome yo, que me inmiscuí en los mismos, con material increíblemente rico e inédito. Escribió en revistas y diarios críticas de espectáculos, fundamentalmente de teatro, a los que no dejó de acudir toda su vida hasta que le dieron las fuerzas ya avanzados los 80 años. A más de esa edad, se transportaba en Buenos Aires en bicicleta. Antes recorrió, con un bolsito y austeramente también, casi el mundo entero; tal vez le faltó conocer Groenlandia o la Antártida. 

En 1973, gracias a él, pudimos hacer un viaje a Roma con mi hermana y la tía Pela, en donde tuvimos relación con todas sus amistades. Entre ellas con Ástor y Amelita a cuyo departamentito en esa ciudad fuimos a cenar dos veces. Lo que más recuerdo yo de estas veladas es que me había enamorado locamente de la mujer de Piazzolla, la Baltar, entonces de 33 años y triunfando allí con la Balada para un loco. También me hice amigo de la segunda hija del pintor Carlos Alonso, Mercedes, más tarde actriz, quien me llevó a ver como diez veces la película hippy Jesucristo Superstar, película de la que salía mareado del humo a marihuana que emitía el cine. La hermana de Mercedes, Paloma, a quien no conocí, primera hija de Carlos Alonso, sería -cuatro años después, en Argentina, a sus 21 años- secuestrada y desaparecida por la dictadura militar genocida. 

También nos hicimos muy amigos de Sabato, quien estaba posproduciendo en Roma su película Los golpes bajos, inspirada en la vida del boxeador José María Gatica, Recuerdo que Piazzolla estaba en ese momento grabando con Mina –Mina Mazzini–, la cantante italiana, para la RAI. Con Sabato, Miriam Sucre y mis tíos compartimos un viaje en auto desde Roma a Florencia. También, junto con ellos, tuvimos la oportunidad de cruzarnos en el Vaticano con Perón, que estaba volviendo a la Argentina, acompañado de su mujer Isabel Martínez y de su entonces nuevo secretario privado cuyo nombre prefiero no recordar. 

Publicado en la ed. impresa #15

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