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Alberto Piccinini en la memoria colectiva

En la antigua Grecia los grandes hombres fueron inmortalizados en el mármol y desde el Renacimiento las estatuas ecuestres sirvieron para recordar a las personalidades. En nuestro pasado, en la organización del Estado nación, nuestros próceres también fueron puestos en bronce y a caballo. En cambio, en nuestra historia reciente, las y los militantes sindicales y trabajadores de Villa Constitución junto a sus pares de otros lados del país e investigadores de la Universidad de Buenos Aires eligieron recordar a Alberto Piccinini, “el Pichi”, con el libro Pichi. Homenaje a un luchador por la emancipación de lxs trabajadorxs. Alberto Piccinini en la memoria colectiva (Fundación Germán Abdala), que cumple una doble función: sirve como homenaje al sindicalista y luchador villense, y se comporta como un “lugar de la memoria” al igual que otras representaciones aunque, en lugar de ser de piedra o bronce, es un elemento intelectual que nos permite conocer la vida de ese dirigente obrero y de las luchas de los trabajadores de Villa Constitución.

El Pichi

“El Cabezón Alberto Piccinini fue por largo el secretario general más apoyado por las bases en toda la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Esto lo construyó desde su lugar de delegado en Acindar, representando a su sector y practicando siempre la democracia directa”, es como recuerda el también dirigente sindical metalúrgico Victorio Paulón al Pichi, el histórico referente de Villa Constitución, en la introducción del libro. Nacido en el pueblo santafesino La Vanguardia, como tantos otros, el Pichi migró a Villa Constitución en busca de trabajo en la rama metalúrgica que prometía un futuro estable para los trabajadores. La ciudad es un eslabón fuerte del cordón industrial y en los años setenta se convirtió en un paradigma del sindicalismo combativo que se diferenció del llamado “burocrático”, que quedó inmovilizado en la dictadura iniciada por Juan Carlos Onganía en 1966.

En ese marco, el Pichi se fue formando como delegado de base y dirigente sindical de base con el apoyo de los trabajadores villenses, en especial con el espaldarazo que le brindó el Gringo Orlando Sagristani. Así lograron democratizar el sindicato metalúrgico pero en 1975 se produjo El Villazo, una feroz represión en la que estaban implicados la empresa Acindar, el Estado y la Triple A. Persecución, cárcel y desaparición siguieron en la noche trágica de la última dictadura militar y el Pichi sufrió eso junto a sus compañeros. Sin embargo, una vez liberado y aún con los militares en el gobierno, Piccinini desafió otra vez a la burocracia de la UOM y a la empresa cuando el 6 de diciembre de 1982 detuvo a los colectivos que llevaban trabajadores a carnerear un paro y los convenció de unirse a la lucha.

Un breve perfil –similar al expresado antes– del Pichi es reconstruido por Paulón en la introducción del libro, que fue escrito con mucho sentimiento en un tono que tiene relieves épicos, en un texto que cumple con una clara tradición de militancia sindical. Esto se complementa con los estudios históricos de Andrea Andújar, Victoria Basualdo y Agustín Santella, que analizan el contexto social, político y económico en el que se desarrolló esa historia.

Lugares de la memoria

El historiador Pierre Nora elaboró el concepto de “lugares de la memoria” para analizar los monumentos, lugares o cosas que los humanos construyen para recordar a sus antepasados, aunque teniendo en cuenta que muchos de éstos tienen un gran significado para la generación que los construye pero no para las siguientes. Muchas veces pasamos cerca de monumentos que no recordamos o no sabemos qué significan. Sin embargo, las trabajadoras y trabajadores que conocieron al Pichi e incluso, los que vinieron después apuestan a que el tiempo no borre el legado de este luchador. Tal y como lo pensó Maurice Halbwachs, la memoria colectiva es el esfuerzo de muchos por hacer perdurar el recuerdo. En este caso, Pichi. Homenaje a un luchador… funciona en ese sentido porque reúne las memorias de hombres y mujeres, además del uso de la historia oral, para que Alberto Piccinini perdure en la mente de los villenses, e incluso de los argentinos, y su ejemplo de combatividad sindical no se pierda.  

Alejandro Gitano Ulloa, Ernesto Chicharra Rodríguez, Zenón Sánchez, Zoilo, Alicia Ruescas, Jorge Martín, Marcelo Cortés, Cristina Monterrubianesi, Juan Actis, Roxana Palacios, Marisa Chávez, Marisa Acuña, Claudia D’Errico, Julia Strada, Naldo Brunelli, Carlos el Ruso Gdansky, Francisco Cabezón Sobrero, Cacho Sosa, Mary Dal Dosso, Anselmo Luis Brambilla, Tato Dondero, Felipe Pigna, Alcira Argumedo, Antonio Cafiero y Roberto Baschetti quisieron formar parte del colectivo que realizó el libro y dejaron su testimonio, sus opiniones, sus escritos en homenaje a Piccinini. 

“Salió este libro que además de un relato es un homenaje a lo que pasó en Villa Constitución. Está hecho sobre la figura de Piccinini pero, al mismo tiempo, reivindicando la memoria de cientos de compañeros que durante aquellos años sufrieron la represión, la cárcel, murieron, y que en estos últimos años los que quedaban también se fueron yendo. La idea era hacer un libro que sirviera para recordar esa historia pero también para dar respuesta a las necesidades que tiene el movimiento obrero en este momento. La idea de la autonomía, la idea de la resistencia”, expresó Paulón en una entrevista.

Publicado en la ed. impresa #18

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