Hace ocho años, en un aula de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, dos jóvenes universitarias y amantes de las letras fantasearon con gestionar una editorial. En 2017 el sueño se convirtió en realidad: nació así el singular sello independiente y transnacional Le Pecore Nere, con sedes en Rosario y Cosenza (Italia). Regina Cellino y María Pina Iannuzzi se adelantaron tres años al teletrabajo, las videollamadas y las coordinaciones remotas in absentia que impondría la pandemia en 2020 para desarrollar con éxito una inédita experiencia a la que tildan de “desobediente, contracorriente e impredecible”. “Una voz fuera del coro”, como toda oveja negra.
La editorial comercializa en el mercado argentino y en el italiano libros de papel y electrónicos, a través de librerías, ferias y plataformas digitales. Aunque los e-books son más baratos, todavía los tradicionales ejemplares que pasan por la imprenta resultan los preferidos del público, cuenta Regina Cellino, “la pata rosarina” del emprendimiento. Su compañera, luego amiga y ahora socia, es además traductora y reside en la región de Calabria, desde donde llegó a estudiar en 2014 el Doctorado en Literatura de la universidad pública.
Las obras que pone en circulación Le Pecore Nere se leen tanto en la lengua de Cervantes como en la de Alighieri, aunque no son bilingües. En tanto los equipos de traductores, diseñadores y correctores se reparten allende los mares. “Nuestro deseo es trazar un catálogo descentralizado y heterogéneo de la literatura contemporánea desde Rosario y Cosenza al mundo. Porque, justamente, la ambición de pensar por fuera de los regionalismos, incluso de los localismos, nos permite trabajar desde la desobediencia como modo de intervenir en el campo cultural”, se planta Cellino, magister en Literatura Argentina y Profesora en Letras.
¿Y cómo está compuesto entonces el catálogo? Por 16 títulos que surgieron en la Argentina (algunos ya llevan varias reimpresiones) y doce en Italia, tanto en formato papel como e-books. Se reparten en cuatro colecciones diferenciadas por género -Narrativa, Poesía, Fotopoesía y Libros ilustrados- y dentro de ellas a su vez hay distintas series: Tinta negra, Pasajes, Esmeraldas y leones, y Signos. En narrativa destacan los libros de los rosarinos Javier Núñez (Después del fuego); Luisina Bourband (Maternidad intratable); Van Cez (En el umbral), a los que se suma Pablo Bilsky, con su novela Taxi. Algunos de estos autores, por cierto, han escrito notas para Barullo en números anteriores. También en el género poesía hay un aporte importante desde la escena vernácula, como Cristian Wachi Molina con su Poesía Molotov y Mercedes Gómez de la Cruz (ver aparte), mientras que el libro de la italiana María Borio El otro límite fue traducido por la poeta y docente rosarina Marina Maggi.
“Combinamos originales y traducciones, nos interesa que los libros y los/las autores/as dialoguen”, aclara Cellino, también traductora. “Por ejemplo, Fragmentos de humanidad, único y de edición limitada (en español), recopila palabras e imágenes. Nació bajo la curaduría de María Pina Iannuzzi y el fotógrafo Pierfranco Costa, con el deseo de entrecruzar dos lenguajes artísticos, la literatura y la fotografía. Su narrativa transdisciplinar expone los cruces entre procesos creativos distintos y alejados entre sí espacialmente. Siete fotógrafos italianos dialogan con siete escritores de nacionalidades diferentes (argentina, española, italiana y colombiana) y de la trama de discursos surge la publicación”, se entusiasma.
En 2018, Le Pecore Nere tradujo al español un ensayo histórico italiano, Putas antifascistas, de Matteo Dalena, y en 2019 hicieron lo propio con Después del fuego (Oltre il fuoco), de Javier Núñez, quien pudo presentar su obra en idioma extranjero en la Casa Argentina en Roma junto a Iannuzzi. También ¡Yo puedo solo!, de la rosarina Manuela Garbarini, con ilustraciones de Carolina Yuale, se tradujo como “Io posso!”. Se trata de un libro muy pedido: lleva cinco reimpresiones (las últimas tres tiradas de mil ejemplares).
“En 2020 publicamos El otro límite, de María Borio. Este poemario inaugura la serie «Pasajes», dedicada a la poesía italiana contemporánea, para subrayar una vez más la estrecha y continua relación sociocultural entre Argentina e Italia”, apunta Cellino, siempre en primera persona del plural ya que todas las decisiones son tomadas en forma conjunta con Iannuzzi. “Los manuscritos que nos llegan -o que pedimos- son leídos y evaluados por ambas e incluso consideramos una tercera opinión, la de nuestra correctora Marilina Negri. La decisión de editar y publicar un libro está determinada por varios aspectos: su calidad literaria, el potencial estético, el gusto personal, la adecuación a nuestro propósito «glocal» (obras que tienen una huella global y local, es decir que nacen en un territorio y en un contexto sociocultural definido pero nos abren a reflexiones universales). Entendemos el oficio editorial como un quehacer que se construye en comunidad -diseñadores, correctores, editores- para ofrecerle al lector un libro hecho de la mejor manera posible”, sintetiza Cellino acerca de sus intenciones.
Por ahora, a la oveja negra se la ve vivita y coleando, con muchos proyectos para 2022 luego de un período de restricciones para los eventos culturales en todo el mundo a causa de la pandemia de coronavirus. Si bien el catálogo está repartido casi equitativamente en narrativa, poesía y libros ilustrados (los que más se venden), comenzarán con una nueva colección de Crónica de la mano de la periodista y escritora Rosario Spina. “Estamos trabajando con los cinco libros que vamos a publicar, algunos ya están maquetados y otros en proceso de corrección. Son cuatro originales: ¿Quién soy?, de Manuela Garbarini, ilustrado por María Belén Rodríguez Peña; Superherua, de Verónica Laurino, ilustrado por Polly Boyle; una novela policial de Bilsky y las crónicas de Spina. Además de la re-edición de Después del fuego, la primera de este año”, adelanta Cellino sobre los planes de la editorial ítalo-argentina que habla en distintos idiomas, comandada por la energía de dos mujeres poderosas, separadas apenas por un océano.
Que siga el baile: volvió Soy fiestera
Entre los lanzamientos recientes de Le Pecore Nere figura la reedición (aumentada) de Soy fiestera, poemario de la rosarina Mercedes Gómez de la Cruz (1974) publicado originalmente hace 15 años en Córdoba. “Aquella primera edición estaba agotada hacía tiempo, aunque el público conocía los poemas por registros en Youtube o porque los habían escuchado en alguna puesta en voz”, cuenta la autora a Barullo. Para ponerlos a circular, en 2016 salieron en e-pub por el sello Fiesta E-diciones -que llevaban adelante Cristian Molina, Mariana Catalin e Irina Garbatzky- en un formato de obra reunida, es decir con toda la poesía publicada por Gómez de la Cruz en papel hasta ese momento, más un libro todavía inédito.

A fines del año pasado la editorial de la oveja negra trajo de nuevo al ruedo esta obra provocativa, plebeya y disruptiva, que ya desde el título enuncia una declaración de principios: la voz poética se asume proclive a la celebración, por cierto con un término nada inocente, que en el habla popular es sinónimo de mujer promiscua, dispuesta a tener sexo (así lo ratifican los diccionarios lunfardos disponibles en la web). En efecto, se trata de una poesía carnal, sexual, sensual, física, orgánica, donde la fiesta surge como repetición de una escena primitiva, extática, canónica, humana pero a su vez en conexión íntima con lo animal -unido lo animal y lo humano por el instinto.
“En el conjunto de mi trabajo en la poesía, este libro aparece como una especie de punto de encuentro. Escribirlo me llevó tres años de investigación y lecturas. Mientras tanto iba leyendo los poemas en diversos lugares, con puestas en voz tanto en la Argentina como fuera del país, y eran bien recibidos. Durante su creación, sentía que estaba escribiendo el libro que quería escribir. Siempre me da mucha alegría compartirlo”, revela la poeta sobre el flamante volumen que incluye ilustraciones en la portada y en el interior de Cris Rosenberg, y un texto de contratapa a cargo de Maia Morosano.

Las palabras iniciales conforman un estudio crítico que Molina presentó en las jornadas “La ciudad que yo inventé”, sobre literatura y arte de Rosario, organizadas por el Centro de Estudios de Literatura Argentina en 2018. “Me siento muy agradecida por su lectura acerca de mi trabajo y el lugar que le otorga en el panorama de la literatura. Con las editoras considerábamos importante que el libro, al ser una reedición, fuese acompañado por un prólogo que lo pusiera en contexto y a su vez abriera puntas para nuevas lecturas”, expresa Gómez de la Cruz y confiesa sobre su obra: “La escribí pensando en las formas que tenemos de celebrar”.
Si existen “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”, los de Soy fiestera parecen reclamar una lectura que incluya la danza, el movimiento, y por qué no, el goce. “Están atravesados por la música”, admite la poeta y va más allá. “Creo que la vida de cada uno tiene una banda de sonido. Lo sepamos o no, nuestra vida cotidiana está llena de música: la que escuchamos cuando pasa un auto a todo volumen, la que suena en el bar donde tomamos un café, la de los parlantes del supermercado, la que eligen nuestros seres queridos y, por supuesto, la que elegimos nosotros. Al escribir este libro me reencontré con música a la que hacía mucho no escuchaba, podría decir que lo hice oyendo la banda de sonido de mi vida, de mi época, también compartida por mucha otra gente. Y prestando atención a la música que vive dentro de la poesía latinoamericana. Incluso en muchos poemas aparecen partes de canciones”, apunta Gómez de la Cruz, además performer y tallerista.
Ni lenta ni perezosa, creó tres listas de Spotify “para establecer un diálogo con los poemas de manera más explícita”. La primera, #SoyFiestera, reúne más de dos horas con las canciones que la acompañaron en el proceso de escritura. La segunda, #SoyFiesteraReloaded, “es una lista que podríamos llamar análoga temporalmente, es decir, cuáles serían las canciones que me acompañarían si escribiera esos poemas hoy”. Y por último, #QueSigaLaFiesta #SoyFiestera, es una lista más corta, bien para bailar. “Es colaborativa así que pueden agregar los temas que gusten”, propone. Y dan ganas de salir a las pistas, para encontrarse con los demás y con una misma, para empoderarse, o simplemente porque sí.
Publicado en la ed. impresa #19